Cuando entramos a una ciudad, conocida o no, lo hacemos con un objetivo, llegar a un punto determinado, a un barrio, a una casa….o bien un motivo turístico. Los vericuetos recorridos para ello son alternativas necesarias que nos muestran parcialidades de la ciudad.
Estela Milán observa y recrea el hecho urbano como un todo, un todo viviente que late en su infinito fraccionamiento del espacio y que nos mira o nos ilumina desde los cientos de ojos de sus ventanas, de sus aberturas como ocelos que nos detectan como haces de luz.
Dibujando cada detalle descubre que una ciudad crece y se expande y cuando el espacio horizontal parece no ser suficiente, crece en altura y que si hay riscos y montañas ascienden por laderas y precipicios y que no conformes con ello se reflejan en aguas de mares y ríos.
También ve que la ciudad engendra suburbios, muchas veces sucios y malolientes por donde otros habitantes intentan acceder a zonas centrales. En su expansión los genera y los absorbe sucesivamente, sin prisa pero si pausa.
Esta, podríamos decir, obsesión por la ciudad, hace que vea y nos muestre los puentes que unen para evitar los muros que separan. Que vea y nos muestre que la monotonía urbana también tiene colorido, tonalidades, diferenciaciones. Dentro de ese todo que aparece como convulso y a la vez monótono hay una efervescencia que provoca elementos culturales que asoman en cúpulas, ciertos espacios generosos… ese dibujo de Estela que necesitamos ver detalladamente pues es un arte donde cada trazo cada técnica cada color tienen motivos para estar puestos de tal o cual manera y en si es un hecho cultural urbano
La calidad expresiva de Estela Milan se ve desde sus primeras obras, en sus dibujos figurativos y abstracciones y también en paisajes y paisajes abstractos. Es notable como todo converge en obras sugerentes en extremo y que emocionan
Estela, me ha encantado sumergirme en estas ciudades y aun seguiré inmerso en detalles y sensaciones. Felicito a usted por tanta amplitud de temas y capacidad sugerente como así el carácter emotivo de cada obra
Estela Milán observa y recrea el hecho urbano como un todo, un todo viviente que late en su infinito fraccionamiento del espacio y que nos mira o nos ilumina desde los cientos de ojos de sus ventanas, de sus aberturas como ocelos que nos detectan como haces de luz.
Dibujando cada detalle descubre que una ciudad crece y se expande y cuando el espacio horizontal parece no ser suficiente, crece en altura y que si hay riscos y montañas ascienden por laderas y precipicios y que no conformes con ello se reflejan en aguas de mares y ríos.
También ve que la ciudad engendra suburbios, muchas veces sucios y malolientes por donde otros habitantes intentan acceder a zonas centrales. En su expansión los genera y los absorbe sucesivamente, sin prisa pero si pausa.
Esta, podríamos decir, obsesión por la ciudad, hace que vea y nos muestre los puentes que unen para evitar los muros que separan. Que vea y nos muestre que la monotonía urbana también tiene colorido, tonalidades, diferenciaciones. Dentro de ese todo que aparece como convulso y a la vez monótono hay una efervescencia que provoca elementos culturales que asoman en cúpulas, ciertos espacios generosos… ese dibujo de Estela que necesitamos ver detalladamente pues es un arte donde cada trazo cada técnica cada color tienen motivos para estar puestos de tal o cual manera y en si es un hecho cultural urbano
La calidad expresiva de Estela Milan se ve desde sus primeras obras, en sus dibujos figurativos y abstracciones y también en paisajes y paisajes abstractos. Es notable como todo converge en obras sugerentes en extremo y que emocionan
Estela, me ha encantado sumergirme en estas ciudades y aun seguiré inmerso en detalles y sensaciones. Felicito a usted por tanta amplitud de temas y capacidad sugerente como así el carácter emotivo de cada obra
Quitasueños
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